PSICOPEDAGOGIA

El objetivo de la psicopedagogía es potenciar al máximo la capacidad de aprendizaje de niños, adolescentes y adultos, tomando en cuenta sus particularidades, talentos y necesidades educativas especiales.

martes, 26 de enero de 2010

TDA-H



TRASTORNO DE DEFICIT DE ATENCION E HIPERACTIVIDAD (TDA-H)



Criterios diagnósticos y tipos de TDA-H


En relación con esta última cuestión, aunque al profano le suele parecer que la delimitación de criterios diagnósticos exactos es algo más o menos académico, lo cierto es que es un problema fundamental en Psicopatología, y muy especialmente en casos como éste, ya que nos enfrentamos a un dilema importante: de no ser correctamente diagnosticado, ei niño con TDA-H corre un severo riesgo de no recibir el tratamiento necesario para mejorar su sintomatología básica y prevenir o reducir los síntomas secundarios a los que hemos hecho referencia, lo que derivará en un deterioro personal y social cada vez mayores, pero en el caso de un diagnóstico de los denominados "falso positivo", es decir, cuando etiquetamos como TDA-H a quien no lo es, se corre el riesgo de proponer tratamientos (en especial farmacológicos) que pudieran ser inapropiados, además de que no podemos perder de vista que al ofrecer este diagnóstico de los problemas del niño a sus padres y profesores estamos mediatizando su interacción con él.
Es, pues, una cuestión de gran importancia llegar a evitar tanto los diagnósticos falsos positivos como los falsos negativos (no identificar como TDA-H a quien sí lo es), y es por ello por lo que los dos sistemas de clasificación mencionados con anterioridad extreman el cuidado al definir los criterios que deben satisfacerse para diagnosticar TDA-H o Trastorno Hipercinético. Aunque uno y otro siguen criterios un tanto diferentes en cuanto al grado de exigencia.
Concretamente, la Organización Mundial de la Salud utiliza un criterio más restrictivo y desaconseja hablar de Trastorno Hipercinético cuando se dan dos circunstancias (existen otros trastornos asociados o los tres síntomas centrales de impulsividad, déficit atencional e hiperactividad no aparecen juntos en el cuadro clínico del sujeto), mientras que para la Asociación Americana de Psiquiatría es posible hablar de TDA-H incluso en esos supuestos. Es por ello por lo que las tasas de incidencia del trastorno en la población que se basan en los criterios de la OMS son siempre menores que las proporcionadas a partir de los criterios de la APA (para la primera, la incidencia se movería entre el 1% y el 4%, mientras que según los criterios del DSM-IV la proporción sería de entre un 3% y un 7%, cuando no mayor).
Hay que advertir, sin embargo, que buena parte de la discrepancia tiene que ver con el hecho de que este diagnóstico suele llevar aparejado un tratamiento farmacológico consistente en la administración de un tipo de droga, los psicoestimulantes, que fuera de los Estados Unidos y Canadá suelen suscitar un fuerte rechazo social, por lo que es normal que fuera de esos países los especialistas sean partidarios de ser lo más restrictivos posible en la aplicación de la etiqueta, como se puso de manifiesto en un informe oficial la Sociedad Británica de Psicología avalado por numerosos médicos y psicólogos, en el cual se advertía contra el riesgo de tildar de trastorno mental cualquier conducta que se aproximase a la descripción del TDA-H y de proceder a
continuación con una respuesta exclusivamente farmacológica.

Razón, desde luego, no faltaba en esta crítica advertencia, pues el riesgo no solamente existe, sino que la estadística demuestra que en los Estados Unidos la utilización oficial del diagnóstico de TDA-H ha ido aparejada en la última década a un notable incremento no sólo de las tasas de individuos así diagnosticados sino, sobre todo, de la utilización de psicofármacos en niños y adolescentes en edad escolar, que han dado lugar a que muchos colectivos den la voz de alarma al respecto. Pese a todo, lo que no puede obviarse es que existe un cierto número de personas (probablemente muchas menos de lo que en ciertos estudios epidemiológicos se nos dice) que presentan una alteración como la descrita y que deben ser correctamente identificadas para poner en marcha los mecanismos de tratamiento adecuados, sobre todo educativos y psicológicos, pero también si es el caso farmacológicos, ya que hay evidencia de que el caso del TDA-H la peor situación posible es el desconocimiento de la naturaleza del problema que afecta al niño, pues muchas de sus conductas son tratadas de forma inapropiada por la familia y la escuela, contribuyendo a la aparición de muchos de los efectos secundarios que antes se mencionaron y que constituyen con el tiempo lo peor del problema para el individuo.

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